The Easter celebrations in in Antigua Guatemala are a clear example of the important role that celebrations play in the community. They draw attention and reverence from all levels of society. Hundreds of residents volunteer to carry huge wooden floats through the city streets, the church goes to great lengths decorating and preparing for the tribute to the life and death of Jesus, and families go through a truly mesmerizing collaborative process of designing elaborate carpets of vibrant colors made of dyed sawdust, intricately arranged on the streets, to cover the path of the processions.Festivities and celebrations have the capacity to override the bad, the negative, the struggles, and the injustices. They provide a sense of belonging and answer important questions related to the history and identity of the community. They provide relief from the day-to-day activities and are welcomed as events of fun, reward, hope, and harmony. They provide a reason for cohesion and cooperation, foster a culture of psychological safety and inclusion, and are an essential socializing force to individuals and communities at large: through their participation in the celebrations, everyone contributes to the strengthening and continuity of their cultures.
The need to belong has always been a part of the human condition. When we celebrate religious and secular events in our communities such as Easter, Passover, Quin Ming Jie, Ramadan, birthdays, and many others, we stimulate belonging across people of all ages, socioeconomic status, ability levels, career backgrounds, and political and religious views coming together as kinsfolks. In these challenging times, the need for unity and connection with our fellow human beings, regardless of religious or spiritual beliefs, is more palpable than ever.
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Las celebraciones de Semana Santa en Antigua Guatemala son un claro ejemplo del importante papel que juegan las celebraciones en la comunidad. Llaman la atención y la reverencia de todos los niveles de la sociedad: cientos de residentes se ofrecen como voluntarios para llevar en hombros enormes carrozas de madera por las calles de la ciudad, la iglesia hace todo lo posible para decorar y preparar el homenaje a la vida y muerte de Jesús, y las familias pasan por un realmente fascinante proceso de colaboración para elaborar complicadas alfombras de colores vibrantes hechas de aserrín teñido, intrincadamente dispuestas en las calles, para cubrir el camino de las procesiones.
Las festividades y celebraciones tienen la capacidad de superar lo malo, lo negativo, las luchas y las injusticias. Proporcionan un sentido de pertenencia y responden preguntas importantes relacionadas con la historia y la identidad de la comunidad. Proporcionan alivio a las actividades del día a día y son bienvenidas como eventos de diversión, recompensa, esperanza y armonía. Proporcionan un motivo de cohesión y cooperación, fomentan una cultura de seguridad psicológica e inclusión, y son una fuerza socializadora esencial para las personas y las comunidades en general: a través de su participación en las celebraciones, todos contribuyen al fortalecimiento y la continuidad de sus culturas.
La necesidad de pertenecer siempre ha sido parte de la condición humana. Cuando celebramos eventos religiosos y seculares en nuestras comunidades como la Pascua, Pesach, Quin Ming Jie, Ramadán, cumpleaños y muchos otros, estimulamos la inclusión de personas de todas las edades, niveles socioeconómicos, niveles de habilidad, antecedentes profesionales, y puntos de vista políticos y religiosos que se unen tal cual parientes. En estos tiempos desafiantes, la necesidad de unidad y conexión con nuestros semejantes, independientemente de las creencias religiosas o espirituales, es más palpable que nunca.